domingo, 21 de setiembre de 2008

Casi una Historia - Las últimas páginas (sexta parte)

Casi una Historia (Presentación).
Las últimas páginas (primera parte).
Las últimas páginas (segunda parte).
Las últimas páginas (tercera parte).
Las últimas páginas (cuarta parte).
Las últimas páginas (quinta parte).

La Piscina

Luego de lo ocurrido con la chica del paradero, pensaba que pasaría un buen tiempo sin preocuparme por asuntos del corazón.

El viernes se pasó lento y aburrido, con mi imaginación trabajando al diez por ciento. De pronto timbró el teléfono. “Aló buenas tardes” – dije con voz de pocos amigos – “Aló,” - se escuchó una voz – “¿con el pintor de brocha gorda Rubén?.” Era el negro Enzo, uno de los patas del Club. “Habla drilo, cómo estás?” –le contesté riéndome (le decíamos de cariño drilo, por lo de cocodrilo). “Acá pues brother, de guardia en la clínica. Mira Rubén, no tengo mucho tiempo para hablar y me falta hacer un culo de llamadas todavía, pero estoy comenzando por los infaltables. Mañana tengo libre y estoy animando a la gente para un meeting en la piscina mañana en el Club. De ahí puede salir un cevichito con sus chelitas y quién sabe, de repente la seguimos. Qué dices, ¿te apuntas?” – Bueno, después de las cosas que me habían pasado, pensaba que me venía de perilla – “Sale Doc, cuenta conmigo. ¿A qué hora es el meeting?”. “Alrededor de las diez y media para agarrar buen sitio, sino nos dejan sin perezosas. Bueno tigre, te voy dejando entonces, las enfermeras me reclaman. Tú sabes, todas quieren un pedazo de su negrito”. “Si huevón, cuéntame otra.” – le contesté en tono burlón – “Bueno Doc, hasta mañana entonces”. “Chaufa”- contestó él. Mientras colgaba el teléfono, pensaba que el fin de semana podría arreglarse después de todo.


Aquella mañana la recuerdo muy bien. Como siempre me desperté tarde. Miré el reloj - “las diez y cuarto, la cagada.” Metí como pude las cosas en el maletín y salí a tomar un carro rumbo al Club. Como era de esperarse ya estaban todos reunidos en una de las esquinas. El negro había logrado que viniera un buen grupo. Conforme me fui acercando, iba reconociendo los rostros. Estaban Jaime y María Isabel, Rosa y Héctor, Sofía, Carmen, Iván, Miguel, Kike, como siempre estrenando flaca nueva en cada reunión, y cuatro patas más que no conocía. De repente sucedió. Di un vistazo rápido a la piscina y me quedé embelesado observando a una chica con una tanga naranja con amarillo. Estaba nadando de espalda, te confieso que no evalué mucho su estilo, pero me cautivó. Era blanca, delgada, con cabello marrón oscuro, lacio y no muy largo. Sin dejar de caminar la seguí observando como se volteaba y se preparaba para salir de la piscina. Ya estaba casi llegando donde mis amigos y pensé “bueno preciosa, se acabó el sueño.” Ella, al sentir mi mirada supongo, volteó y rápidamente hice como que miraba para otro lado ya aunque era demasiado tarde. Comencé a saludar a la gente y aguantar los rajes de siempre cuando llegaba tarde. Estaba de lo más bien cuando de pronto algo me paralizó la circulación: “Carla, ven un toque” – dijo Miguel. Con el rabillo del ojo observaba que había movimiento justo por el lugar donde hace unos segundos mi vista dejó a aquella chica. Instantáneamente mi mente se puso en blanco con solamente tres palabras al centro: “conche su madre!.” Miguel me dio una palmada en el hombro y me dijo: “tigre, te presento a mi prima Carla” - volteé y trate de poner mi mejor cara de desinteresado – “el es Rubén, el loco brocha gorda” – agregó Miguel, provocando las risas de la mancha. “Hola Carla, cómo estás, un gusto” – dije cordialmente, -“Hola Rubén” – me contestó con una voz suave y ligeramente ronquita, poco común pero muy agradable. En eso, y como torturándome, me sonrió. Me encantaba su sonrisa. Te digo amigo mío, que era bonita, muy bonita, pero para mí, lo que hizo que representara algo más que una hermosa chica, era su forma de sonreír. Una sonrisa contagiante y que te invitaba a confiar en ella.

Aquel día se tornó muy entretenido, todos en la piscina haciendo miles de juegos, almorzando luego y contando a los nuevos cómo nos conocimos y algunas de nuestras anecdóticas aventuras, muchas de las cuales están preservadas entre tus páginas. Como ya te conté, aquella chica me dejó impresionado; sin embargo, traté de hacerme el desinteresado y, sin dejar de ser amigable, me esforcé en no mostrar mi atracción. Llegué al punto de caminar ligeramente delante del grupo en algunas ocasiones, bueno, ya conoces mis clásicas. Cuando nos tocó despedirnos, cosa que para nada deseaba, solo me salió un “me dio mucho gusto conocerte Carla”. “A mí también me dio mucho gusto conocerte Rubén” – me respondió ella, al tiempo que me daba un beso en la mejilla (pensar que estuve a tan pocos centímetros de sus labios) y luego partió con su primo Miguel. Ya de regreso a casa, me asaltaron los recuerdos de aquel día y poco a poco su imagen comenzó a ganar terreno en mi mente, pero me dije “Vamos Rubén, déjate de alucinar, seguro que la flaca está en otros planes y en ellos, para nada estás tú”.


Las últimas páginas (séptima parte).

viernes, 25 de julio de 2008

La reunión

Prólogo

Hoy, frente a mi computadora recién instalada y bautizada con el nombre de iBuntu, escucho algo de música, pienso en la verdad que nos rodea día tras día, puñado de horas en que nos enfrentamos a un mundo que cada vez exige más de nosotros. El mundo pasó de convertirse de un inmenso lugar donde vivir con miles de cosas que disfrutar, a una carrera contra el tiempo. Ahora la palabra vacaciones es ese anhelado espacio de tiempo, cada vez más escaso, buscada isla del tesoro en donde infructuosamente pretendemos depositar todo aquello que antes nos hacía disfrutar, obvio, en competencia con lo que tenemos pendiente de resolver en nuestra vida cotidiana. Se muy bien que sabes a qué me refiero, aquellas cosas que a veces solo nosotros mismos entendemos, a lo que podíamos dedicar horas sintiendo lo que quizás sentía Miguel Angel cuando estaba recostado de espaldas pintando la Capilla Sixtina. Durante ese momento, no había altura, calor, frío, no había cansancio ni tiempo. Cada vez es más difícil dejar nuestra creatividad cobrar por un momento vida propia y solo ser testigos de como, cual silencioso artesano, comienza a darle forma a otra nueva y secreta creación. De seguro en silencio los personajes que pululan en nuestra mente siguen el guión de su propia historia. No me refiero a las personas con quienes interactuamos en algún capítulo de nuestra vida, sino a personas vivas o no a quienes no conocemos, y ellos a nosotros mucho menos, pero que sabemos bien que existen. Ellos entraron en nuestra mente de diferentes formas, como autores de un libro, estrellas del deporte, el cine, la televisión, la música, pensadores, genios en diferentes campos, líderes en los negocios, en fin. Cada uno de ellos es protagonista, destino de nuestra atención, o silencioso consejero en diferentes momentos de nuestro propio tiempo. Cuando les damos oportunidad, toman el vuelo más próximo desde lo profundo de nuestra imaginación hasta el borde de nuestra conciencia, y llegan para ser fuente de distracción, entretenimiento, inspiración o sabiduría.

Bueno, un poco para salir de la rutina e incrementar el número de mis locuras, decidí escribir la narración de una reunión imaginaria y poco común, una reunión dentro de mi mente, que cual hogar totalmente destinado para la ocasión, fue escenario de este evento. Por primera vez se reunieron varios de estos personajes (no digo todos, porque si dejé de lado alguno por mi limitada memoria, se podría resentir) que gentilmente aceptaron mi invitación. Fue un momento genial y les estaré siempre muy agradecido a los asistentes, así que espero que al leerlo sientan que les logro transmitir al menos un poco de lo que representa ser testigo de semejante situación.

(Continuará).

lunes, 14 de julio de 2008

La sonrisa desde cielo

Hace poco estuve después de mucho tiempo en una misa. Si, esta entrada es una prueba que la iglesia sigue en pie, pese a que estuve presente toda la ceremonia, y recibí la bendición. No hay nada que hacer, Dios nos quiere a todos.

Siempre se dice que la lectura de la palabra encierra un mensaje general y a la vez un mensaje único y especial para cada uno de nosotros. Me pareció muy nutritivo para el interior eso de "no te conformes con cumplir". Esa es una frase que se aplica a todos los aspectos de nuestra realidad, en nuestra mente, nuestro cuerpo, nuestro corazón y por supuesto, el espíritu. Siempre la sociedad nos impulsa a hacer sólo lo necesario, aún cuando todos venimos al mundo con una serie de cualidades y dones que podemos utilizar transformando de algún modo, para bien, la realidad que nos rodea. Con cambiar la realidad que nos rodea no me refiero a que con un tronar de dedos vamos a saciar el hambre del mundo. La realidad es la representación de todas nuestras percepciones y comienza desde lo más simple o cotidiano que nos rodea y con quienes interactuamos.

La mente como siempre, nos juega a las escondidas por momentos, pues en un instante puede irse corriendo hacia otro punto de nuestra vida sin que la podamos alcanzar y mucho menos detener. Nos traslada sin permiso a otro espacio y tiempo. Mientras estaba sentado durante la comunión, escuchaba las canciones del coro de esa iglesia, recordando en silencio aquellos tiempos en que yo formaba parte de un grupo parroquial. Creo que eso influyó mucho en mi forma de ver el mundo, fue una etapa que terminó, pero que como otras, colaboró en dar forma a quien soy y me ayudó a expresar y desarrollar importantes aspectos de mi como persona. Vino a mi mente aquella noche en que estaba en la zona del altar de una iglesia en un matrimonio, junto con mi amiga del grupo con quien tenía que cantar a dúo un tema que querían los novios, y vi tantos rostros frente a mi observando en silencio lo que estaba por comenzar. Felizmente nos resultó todo tan bien que una mamá me contó que casi se para a aplaudir pero se acordó que estaba en una misa.

Observé y aprecié el entusiasmo con que los chicos de esta misa donde estaba, entonaban las canciones que de seguro habían estado ensayando durante la semana, o quizás el sábado como sucedía en mi caso. Yo, como siempre con mi deseo de vivir por la ruta complicada y hacer cosas de una manera distinta, no me conformé con aprender las canciones. Las canciones no siempre eran de mi agrado, sobre todo cuando tenían una melodía muy triste o una oración convertida en letra de canción con rima forzada. Es así como, de una manera casual y sin mucho recurrir a metáforas o abstracciones, escribí mi propia versión de lo que sentí podría ser una canción para la misa, hasta me imaginé el juego del coro al interpretarla, y le puse por título Tú Señor. Como muchas de las canciones que he compuesto, nunca salió a la luz, la llevo latente en mi mente, letra y música. Esa fue mi forma, imperfecta y humilde, de mostrar gratitud a mi amigo incondicional de arriba, por esta vida y los regalos que con ella he recibido. Lejos quedaron esos tiempos del grupo, atrás quedaron las vivencias con las amistades, envueltas en la distancia y los caminos diferentes de la vida, pero se bien que parte de quién soy, tiene raíces ahí.

Ya finalizada la misa, a la salida caminaba por el parque relajado, cantando para mi esa canción, que me hace recordar siempre, de qué lugar nacen las sonrisas de verdad.

viernes, 20 de junio de 2008

Casi una Historia - Presentación

Hola a todos.

En esta sección les iré compartiendo periódicamente, partes de la novela que escribiera allá entre abril y diciembre del año 2001, a la cual titulé "Casi una Historia". Realmente surgió sin esfuerzo, más como un medio de liberar tensiones en aquellos días en que me quedaba hasta tarde en la oficina. Sinceramente espero que llegue a capturar su atención.

Esta versión publicada en el blog es un tanto diferente de la original. Cuando concebí la novela, quería crear un concepto distinto. Pensé ¿qué pasaría si mientras el lector sigue la historia en la columna derecha, a la par observa en la columna izquierda la letra de las canciones que está escuchando quien escribe el diario? Era una especie de sincronizar tu mente con quien escribía el diario (En aquellas partes de la historia donde el personaje escribe en su diario mientras está escuchando un programa especial en la radio). Es así como me puse a recolectar las letras de las canciones del supuesto "especial de radio" y comencé a escucharlas y colocar los espacios de línea de tal forma que las líneas de las letras aparecieran en el momento en que se escuchan en la canción. Si un día lo publico, entenderán mejor a qué me refiero, pero quedó bacán. Al menos quienes la han leído en ese formato se han quedado gratamente impresionados.

Como preámbulo a este relato, los dejo con la frase que aparece en la primera página después de la carátula:

En el rompecabezas del destino, todas las piezas tenemos un lugar.
Pero... ¿cuál?


Contenido

Casi una Historia - Las últimas páginas (quinta parte)

Casi una Historia (Presentación).
Las últimas páginas (primera parte).
Las últimas páginas (segunda parte).
Las últimas páginas (tercera parte).
Las últimas páginas (cuarta parte).

El paradero (continuación)

Abrí mi mochila, saqué un cuaderno y mi lapicero y decidí escribir: “Por favor, no rompas esto sin antes leerlo.” - comencé escribiendo - “Si te sientes sorprendida por recibir esta nota, te puedo asegurar que yo estoy más sorprendido por haberla escrito. Muchas veces he estado cerca de ti, y en verdad más de una vez me he visto tentado a hablarte, pero te soy sincero, me venció la timidez y el temor a estropearlo todo con una torpeza. Mi nombre es Rubén Salazar y me agradaría mucho que nos conociéramos mejor y me dieras la oportunidad de mostrarte que el tomar atención a esta nota no fue en vano. Te agradezco mucho el haber llegado hasta esta parte de lo que te he escrito y te pido disculpas por la forma tan torpe en que estoy seguro ha venido a parar a tus manos. Si me lo permites, te adjunto mi correo por si quieres hablar conmigo.

Que tengas un lindo día,

Rubén

Rubensalazar@hotmail.com”.

Cuando terminé de escribirlo, decidí no revisarlo y dejar que fuera lo que el destino decidiera. Retiré la hoja del cuaderno suavemente para no estropearla y la doble en cuatro. Cerré mi mochila y observé que nos encontrábamos a pocas cuadras de mi paradero final. Tomé aire nuevamente y voltee a verla. Estaba ahora observando a la calle a través de la ventana. Le pasé la voz tocando su brazo y ella volteó. Por primera vez observé su ojos mirándome fijamente a tan poca distancia. Eran pardos, grandes y con pestañas largas, que encajaban muy bien con su nariz pequeña y respingada. “¿Si?” dijo ella en tono serio y defensivo, “Disculpa, esto es para ti”, le contesté, alzando mi mano un poco y ofreciéndole la nota”. Ella sin mover un centímetro de su cuerpo, bajo sus ojos para observar la nota y volvió a posarlos sobre mí, “no, de ninguna manera” – dijo en tono entre serio y burlón – “Por favor” – le insistí con suavidad – “no, te haz equivocado”. Y volvió a mirar por la ventana como si nada hubiera pasado, dejándome con la nota en la mano, y sintiendo elpeso de las miradas curiosas y perplejas algunos de los pasajeros alrededor que habían estado pendientes de la escena. “En ese caso, discúlpame por molestarte” le dije, sin lograr que ella volteara. Guardé la nota y me puse de pie para bajar en mi destino. Francamente, me sentía bastante abatido. El día me pareció largo y por demás aburrido. Antes de salir de la oficina, rompí en mil pedazos la nota, intentando aplacar en algo la tristeza, pero fue inútil. Por la noche, ya en el Karaoke, hablé con María Isabel, enamorada de Jaime y como bien sabes, una de mis mejores amigas y le conté lo sucedido. “Hay amiguito, ya no estés así,” – me dijo – “tú no sabías nada de ella, de repente está casada, con enamorado o ...” – cambió un poco la expresión de su rostro “es lesbiana” – como siempre, María Isabel logró hacerme reír. Cuando le conté a Kike mi desafortunada historia, estaba preparado para alguna burla o frase como “Ay Rubén, no aprendes” o algo así. Sin embargo, lo que me dijo me desconcertó: “Puta Rubén, acercarte a un a chica que no conoces, pasarle la voz y decirle esto es para ti. Francamente tienes huevos tigre, de verdad. Yo ni cagando me atrevía a hacer eso, ni cagando”. Viniendo de Kike, no se si fue bueno o malo, pero me hizo sentir mejor.

La siguiente semana decidí evitar coincidir con ella en el paradero, salía más temprano o más tarde, aunque a veces la encontraba. Ahora cuando me veía ya no se acercaba y por el contrario buscaba subir apresuradamente al ómnibus, y yo, pues simplemente lo dejaba pasar para tomar el siguiente, o tomar un taxi para ir al trabajo. Así continuó hasta el final de la semana. Pero el viernes, sucedió algo extraño. Coincidí en el paradero con Arturo y Carlos y conversamos un rato hasta que vino su micro. Sin embargo mientras habíamos estado conversando, observé que ella llegaba, pero esta vez era yo el que estaba frente a ella, pues ellos le daban la espalda. Según ella, disimuladamente se iba acercando y de rato en rato volteaba para ver si venía el carro. Esta vez, estaba toda de rojo y con unos zapatos de tacón alto que le quedaban excelente y el conjunto algo ceñido la hacía verse de una manera... Cuando me quedé solo, y ella, supongo se dio cuenta de ello, comenzó a acercarse un poco más, tanto que estuvimos a tres metros de distancia, ella a mi izquierda, ambos mirando hacia la dirección en que venía el carro. Ya era un poco tarde francamente y el carro no venía. En silencio le dije “¿porqué lo haces? ¿es que me quieres probar que no me temes o algo así? Yo era el único que se quería acercar a la legal, y me trataste como una mierda. Estuve tantas veces cerca de ti y te podría haber jodido, y tú lo sabes”. Voltee a mirarla y como siempre su rostro permanecía frío e inmutable. Paré un taxi y me subí, ni siquiera le pregunté cuánto me cobrara, solo le dije a donde quería ir, me subí y me fui. Decidí que ese era el punto final a aquella aventura o mejor dicho desventura. Mientras viajaba observaba la calle y simplemente deseé con fuerza que apareciera alguien que me quitara ese sabor amargo. Pronto sucedería algo que me haría pensar que mi deseo se cumpliría (Continuará).

Las últimas páginas (sexta parte) >>.


lunes, 2 de junio de 2008

Agua

Por más que navegaba

tratando de que vieras

mas allá de las palabras

tú sólo te negabas

y seguías lapidando

los mas puros sentimientos

con barreras adornadas,

con una triste realidad,

con lo mas simple para ti.


No nació ésto solamente

para que vieras algo bello

no eran canciones

ni poemas

que recorrían la noche

avanzando entre la niebla

sólo siendo arte.

Al igual que el sentimiento

surgieron para alcanzarte,

para iluminar tu corazón

volviendo del sueño

desde el tiempo

abriéndose paso

en la distancia.


No palpaste

con tu amor

que se refugia en tu belleza

ni una parte de mi

no probaste con tu alma

el sabor de nuestra historia

y te llegó el anochecer

en ver lo que pudo ser desde la orilla.

Miraste al cielo y viste nubes,

miraste al mar y viste olas,

me miraste a mi,

sonreiste,

pero al final,

no viste nada.


Si no quieres complicarte,

si no soy para tu vida,

si no llegó el mensaje,

a tu mas puro interior,

no seré protagonista

ni tampoco espectador.

El mar no sale en partes,

se recibe por completo,

una parte ya no es mar,

una parte ya no es ola,

una parte, sólo una,

termina siendo agua,

que sólo se pierde en tus manos.


Ahora, mirando tu foto en la estación,

compré un boleto de regreso

pues debo volver al punto

donde las horas de un día

no eran más que sólo tiempo.

domingo, 27 de abril de 2008

En vez

Descansa tus miedos
no vine a engañarte
llegué a construir
la mas simple verdad.

No estoy para herirte,
no quiero ser lágrimas
deseo ser viento
que las lleve lejos
y borrar cicatrices
dejando al olvido
en su lugar.

Inspira mis días,
para no ser ya más
quien tras la ventana,
te observa de lejos
y envidia al sol
al imaginarme
cómo éste recibe
la primera caricia
de tu despertar.

Llévame pronto
con tus labios
a ese lugar
donde aún no he llegado,
bendice los mios
con un beso largo
has un truco de magia
con tu mirar.

Yo soy sólo yo,
ni más que muchos
ni menos que tantos.
Pero se que tú,
si cierras los ojos
puedes ver más,
mucho más,
de lo que oculta la piel.

Soy mis ideas,
aspiraciones,
soy mis pasiones
y creaciones,
soy mis temores
y el duelo con ellos,
soy quien se reinventa
para volver a empezar.
Soy con mi voz
y un par de canciones
las ganas de vivir
que respiras en mi.

En vez de alejarme
por no complicarte
respira profundo,
abre tu alma
y sonríe con paz.

Vuelve a mirarme,
en esta película
no veas actores,
no veas paisajes,
cierra tus ojos,
despide presiones
y encuentra en mi
al fin tu lugar.

viernes, 18 de abril de 2008

Casi una Historia - Las últimas páginas (cuarta parte)

Casi una Historia (Presentación).
Las últimas páginas (primera parte).
Las últimas páginas (tercera parte).

El paradero (continuación)

Kike, que me observaba como si fuera de otro planeta mientras le relataba los hechos. “Oye Rubén,” me dijo Kike, “tú sabes que los hombres tenemos la cualidad única de tener dos cerebros en dos lugares diferentes y me parece que uno de los tuyos no funciona muy bien. Cómo mierda ha pasado una semana y todavía no te haz acostado con esa flaca. Puta, me parece que siempre te digo lo mismo, ¿Sabes cuál es tu problema?, cuando vez una flaca con buena fabricación quieres que sea la madre de tus hijos. Las idolatras como mierda no tienes idea y las conviertes en inalcanzables. Para tu información, las hembritas que no son tu mamá o tus hermanas, se convierten en flacas comunes y silvestres que son agarrables”. “Agarrables” le increpé, “si pues, osea que son candidatas a un planetario, aguirre o como lo quieras denominar”.

Y así transcurrieron aquellos silenciosos e iniciales encuentros en el paradero. Cuando estaba acompañado de mis dos amigos, ella permanecía muy lejos de nosotros, pero cuando estaba yo sólo, la distancia se acortaba.
Pero algo que noté y que impedía acercarme, era su mirada. Si, esa mirada fija, fría, distante, recelosa, inmutable.

Poco a poco y sin saber mi ritmo de vida se fue viendo afectado y sin caer en cuenta fui retrasando o adelantando mi salida de casa, de tal manera que casi siempre coincidía con ella en el paradero. No te puedo negar que en repetidas veces me sentí invadido por el impulso de hablarle, pero simplemente su mirada y la falta de imaginación de mi parte para encontrar una forma de abordar que no ralle en lo estúpido o trillado como el milenario y mítico “¿disculpa amiga, qué hora tienes?”, o “parece que el carro se demora, ¿no?”. Te cuento que incluso una vez, estuve a su lado, de pie en el ómnibus y simplemente, entré en estado de animación suspendida: manos húmedas, escalofríos por la espalda y como siempre, ella inmutable y distante, observando a través de la ventana.

En las ocasiones en que desafortunadamente coincidía con Arturo y Carlos, mantenía mi postura indiferente ante la misteriosa chica del paradero, sin embargo, al ya saber que viajábamos juntos en el carro, estos escandalosos de mierda no paraban de estropear todo. Me despedían diciendo “Ya sabes Rubén, ataca y la primera va por tus patas”. Yo caminaba hacia el carro volteando a verlos con un gesto de menosprecio al más puro estilo de “por favor, cómo crees que me voy a fijar en ésta”. Ya me imaginas a mí subiendo como un termómetro al ómnibus al saber que por la corta distancia ella podría haber escuchado dicha estupidez. Quizás estas habrían sido las líneas finales de aquella anecdótica situación, pero tu amigo hizo algo inusual.

Aquella mañana de viernes, me sentía contento pues durante la noche había estado en el chat con mi hermano Sergio que como ya sabes vive en Miami, el me contó que mi cuñada tenía dos semanas de embarazo y muy pronto tendríamos el primer Salazar Vidal gringo. Estuvimos hasta tarde brindando en casa y mi madre comenzó ha proyectarse hasta que el chico (juraba que su intuición no fallaba y que sería niño) entraba a la Universidad creo. Con ese espíritu inicié mi día pensando que también tenía derecho a iniciar una historia de amor. Fui al paradero y allí estaba, miré a los lados y no había rastro de la dupla maldita. No tardó mucho en llegar el carro y subimos. Milagrosamente, el carro no tenía gente de pie y mi chica de rojo se sentó justo frente a la puerta de salida, donde había dos asientos libres. Esta vez estaba ya no con saco, sino con un chaleco rojo. Haciéndome el despreocupado caminé lentamente hacia el mismo lugar para así ocupar el asiento restante. Ella como siempre, se sentó al lado de la ventana. Sacó un libro, que a juzgar por el tamaño y el grosor debía ser una novela, pero por lo pequeño de las letras no vi de qué se trataba. En ese momento, cerré mis ojos por un segundo, tomé aire y decidí dejar que mi corazón tomara el control de la situación (Continuará).

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lunes, 31 de marzo de 2008

Casi una Historia - Las últimas páginas (tercera parte)

Casi una Historia (Presentación)
Las últimas páginas (primera parte)
Las últimas páginas (segunda parte).

El paradero

Por las mañanas, cuando voy a la oficina, paso con el auto por el paradero de mi casa y cuando no estoy pensando en otra cosa, manía bastante arraigada en mí por cierto, me abordan los recuerdos de aquellas mañanas que salía rumbo a mi antigua chamba y tenía que esperar el único ómnibus que me llevaba a ese recóndito lugar. Como te imaginarás, ya me conocía de memoria a la gente que esperaba su carro y buscaba desesperadamente treparse a uno de los medios de transporte público que pasaba arrogantemente casi por el centro de la pista. Cuando tenía suerte rompía la rutina encontrándome con Arturo y el chino Carlos, patas del barrio que con su apariencia de des adaptados y sus ocurrencias me alegraban las mañanas.
Creo que esa época hubiera pasado como uno más de los períodos que tenemos de relleno en nuestras vidas de no ser por lo que a continuación paso a contarte.

Una mañana, estábamos conversando amenamente en el paradero cuando de pronto sucedió algo que alteraría mis pensamientos. “Oye Rubén” – me dijo Arturo – “puta mira huevón la hembrita que está viniendo, tienes que voltear solapa nomás porque está caminando justo desde la otra cuadra”. Carlos, que también estaba enfrente de mi agregó “si brother, puta hoy debe ser veintinueve de febrero o algo así”. Cuando por fin luego de unos segundos de indecisiones logré voltear, caminando justo en línea recta hacia nosotros, venía una chica de cabello negro azabache el cual llegaba un poco más debajo de sus hombros. Era delgada, pero no mucho, un poquito más baja que yo, aunque a treinta metros no se distinguía bien. Blanca al parecer, pero a unos veinticinco metros se dio un giro (me atrevería decir hasta provocativo) regalando al viento el placer de ondear su cabello, y quedó mirando los carros que venían. La primera idea que me asaltó fue: “Qué bonita eres, si tan sólo pudiera estar cerca de ti...”, pero por lo que reflejaban los rostros lujuriosos de mis amigos y la actividad de sus glándulas salivales, creo que no compartían mis ideas. Tenía un uniforme que parecía de Banco, saco rojo, blusa blanca y falda negra, acompañadas con unas medias negras semitransparentes y unos zapatos negros de taco ligeramente alto. “Hay que acercarnos para joderla” dijo Arturo. “Déjala tranquila huevón, como si nunca hubieras visto una hembra. Voy a tener que hablar con Erika, para mí que te tiene a pan y agua compadre” le dije en tono desinteresado, imagínate. A lo lejos distinguí mi carro, así que rápidamente me despedí de ese par antes que Arturo reaccionara del golpe. Pero de la nada apareció una de las combis que iban a Miraflores, donde chambeaban los downs esos y se subieron en primera. Mentalmente me despedí de ella, mi carátula de Cosmopolitan en español tridimensional y me dispuse a extender el brazo para parar el carro. Te confieso que se me atracó la saliva cuando vi que ya sabes quién se disponía igualmente subir al ómnibus. Con paso apresurado y sin prestar la más mínima atención a tu amigo, subió al carro. Por alguna extraña razón una parte de mí no quería subir al carro, pero la parte de mí que trabajaba y tenía que ganar un sueldo me obligó a hacerlo rápidamente.

Una vez en el carro, me propuse firmemente no prestar la más mínima atención a esa chica y tomarla como uno más de los pasajeros, que entre adormitados y aburridos estaban sentados o parados en nuestro acelerado transporte. Así que avancé hasta la puerta posterior y esperé pacientemente la llegada a mi destino.
Para mi desdicha, la empresa firmó un contrato con Prisma, la casa de modas, y nos teníamos que encargar de diseñar todo el arte impreso de apoyo para su próxima campaña. Cómo te imaginarás, por la dimensión del monto Marta, mi jefa, nos hizo dedicar todo el departamento de diseño a desarrollar propuestas para el cliente. En eso me entretuve toda la bendita semana y tenía que salir todos los días a las siete de la madrugada.
Luego de esa semana de mierda, bueno, ni tan mierda porque gracias a eso me aumentaron el sueldo, pude retornar a mi habitual horario matutino. Esta vez estuve sólo (menos mal) en el paradero cuando ella apareció. Estaba como la primera vez, en su punto. Esta vez su comportamiento sufrió una pequeña variación, se acercó más. Justo a unos ocho metros de mí estaba estacionado un auto en diagonal. Ella se detuvo justo a la altura del auto y se recostó suavemente sobre él, dándome la espalda.

Un millón de ideas me comenzaron a dar vueltas en simultáneo, mientras que unos escalofríos comenzaron a recorrer mi espalda. Pero a diferencia de la otra vez, llevaba un maletín azul demasiado grande para entrar en la categoría de cartera. Al instante surgió una palabra en mi mente: “gimnasio”. Estaba de seguro en un gimnasio, ¿vendría de ahí?, ¿iría después del trabajo?. Como siempre, el ómnibus apareció y, según me daría cuenta posteriormente, ella buscaba sentarse en los primeros asientos, lo cual me hacía deducir que su destino estaba un poco lejos. Así transcurrió esa semana, sin novedad alguna. El viernes de aquella semana, luego de la chamba, me fui al Karaoke.

Kike me preparó Soundtrack, uno de sus tragos exclusivos y que en realidad sorprendía cómo una huevada que parecía que te estaba disolviendo el esófago podía saber tan rico. Con los efectos del alcohol y ya entrada la noche, cometí la torpeza de escurrir en la conversación el tema de la chica del paradero. (Continuará)

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sábado, 29 de marzo de 2008

Casi una Historia - Las últimas páginas (segunda parte)

Casi una Historia (Presentación)
Las últimas páginas (primera parte)

El verano

Ya en otras páginas te he contado compañero, las diferentes aventuras que he compartido con mis amigos del club, pero sin embargo, lo que a continuación procederé a relatarte, ocurrió aproximadamente un año antes de que te conviertas en mi diario.De todos mis amigos del barrio que después se convertirían en la mancha del Club, Kike llegó a ubicarse entre los mas entrañables y leales, pero no siempre fue así. Kike, desde chico siempre fue pues, Kike. De una u otra manera se convirtió en una especie de líder del grupo, y su casa fue por así decirlo, nuestro cuartel general cuando aún no comenzábamos a frecuentar el Club. Pero, como nada es perfecto, cuando estabamos dispuestos a pasarla excelente, venía a aguarnos el pastel Karen, su hermanita querida, una nena pequeña y regordeta, para nosotros un ente poseído por el demonio y especializado en antojarse de los mas inexplicables caprichos y de acusarnos con sus viejos cuando estábamos por jugar con algo “prohibido” por sus papás. Aquella chiquilla se convirtió en nuestra pesadilla, pero no amilanó nuestro espíritu y poco a poco encontramos la manera de sortear el obstáculo, para sintetizarlo, la enana era una ladilla.

Fue en aquella época de adolescentes en que los padres de Kike tuvieron fuertes desavenencias y se divorciaron. Kike, si bien siempre ha sido especialista en hacerse el recio e indestructible,se vio muy afectado por ese hecho. Su madre viajó a Estados Unidos, llevándose con ella a la pequeña Karen, y Kike se quedó con su padre. Fue a partir de ese momento en que las cosas comenzaron a ser diferentes.

No me extenderé mucho en las chiquilladas de aquella época, pero lo mas saltante fue la idea de formar un grupo musical, intento que se vio truncado por la falta de apoyo de nuestros padres, pues cuando nos comenzaron a pasar la voz para cachuelear, teníamos que llegar a casa de madrugada. Los viejos de todos, que por cierto eran amigos que se veían hasta en la chamba, por lo del Banco, formaron una coalición que destruyó nuestros melódicos sueños. Pero, al inicio, y con todo el entusiasmo juvenil, nos reuníamos a ensayar en la casa de Alberto, el baterista. Era un vacilón ver a su vieja cocinando con orejeras pues no soportaba la bulla. Poco a poco fuimos agarrando cancha y compusimos varios temas, entre ellos Una Aventura en Lima, La Academia, Perdóname Amor, Que hacer el Domingo, entre otros. A mi me tocaba la parte de la voz, mi hermano tocaba la guitarra, y las chicas, entre ellas Maria Isabel, se encargaban de los coros. Aprovechábamos las vacaciones del colegio para ensayar más y como muchos adolescentes, hacíamos planes para cuando estuviéramos en la cima. Cuando terminamos el colegio acordamos seguir ensayando en las vacaciones de las universidades e institutos de cada uno, prometiendo a nuestros padres que sólo era como entretenimiento y que descuidaríamos de ninguna manera los estudios. Para mi, ese verano representaría mucho mas que un periodo de descanso.

Recuerdo que en Diciembre, Kike me comentó al vuelo que Karen venía a pasar las vacaciones de verano a Lima. En aquel instante sólo le dije “Oh, oh. ladilla a la vista”. Pero sin embargo Kike, como buen hermano (en el fondo Kike era recontra blando) organizó un paseo a Ica, donde yo tengo unos tíos por parte de madre en Chincha. Ya había caído con la gente por allá, así que mis tíos conocían a todos muy bien. El viaje comenzaba el cinco de enero, fecha de la llegada de Karen y estar una semana. El plan era reunirse en la casa de Kike e irse para Chincha. Pero, como tu amigo Rubén tiene una suerte que para qué te cuento, en diciembre tuve un accidente y me tuvieron que enyesar la pierna, impidiendo que estuviera en el punto de encuentro el cinco. Si embargo, como el yeso me lo quitaban el siete, le dije a Kike que los alcanzaba allá (claro, después de la correspondiente sesión rogatoria en casa).

Tal y como lo había previsto, el ocho me encontraba viajando a Chincha, con la correspondiente maleta de encargos para mis tíos, la cual pesaba mas que mi mochila de viaje. Aparentemente, mis padres se estaban mudando de a pocos a casa de mis tíos.

Ni bien llegué, procedí a caer en casa de mi familia. Mi tío José ya estaba en la puerta acompañado de Apolo, un perrito muy cariñoso que rápidamente corrió hacia mi al reconocerme. Luego de los respectivos abrazos de bienvenida y de cambiarme de ropa, procedí a dar el alcance a mis amigos, que según mis tíos, estaban en la playa. Tomé un colectivo y avancé entusiasmado a su encuentro, pensando como vacilar a la gorda Karen.

Al llegar a la playa, la cual estaba premiada con un sol radiante, lo primero que hice fue buscar la clásica carpa verde con amarillo de María Isabel y la sombrilla blanco con azul que había llevado mi hermano.

No tardé mucho en ubicarlos, y conforme me fui acercando comencé a reconocer a la gente. Lo que me ayudó también, fue la kilométrica melena de Alberto, nuestro baterista, a quien también conocíamos como Dr. Power. Ahí estaba toda la gente, pero no lograba ubicar a la gordita Karen. De pronto, las olas de mar dejaron de hacer ruido, y mi piel dejo de sentir la brisa. Mientras caminaba al encuentro del grupo y veía las manos de la gente moviéndose para saludarme, observé a una chica de cabello negro azabache, piel canela y un polito negro sin mangas y con el abdomen descubierto, junto con unos pantalones cortos de jean. Se quedó estática, observándome. Giró su cabeza ligeramente a la derecha y levantó sus lentes de sol, dejando al descubierto sus grandes ojos. Entrecerró los ojos para agudizar la vista y de pronto su rostro se iluminó con una sonrisa. Corrió junto con los demás a mi encuentro. Me sorprendió debo confesarte, pues hasta ese momento pensé que era amiga de uno de los muchachos. Me sacó de cuadro escuchar su voz con un tono alegre mientras avanzaba alzando su mano: “Hey Rubén, Rubén!”, con un tono tan familiar. Cuando estábamos frente a frente, mientras recibía el abrazo de la gente, me dijo: “Seguro que no sabes quién soy, ¿no?”. Ya a esa distancia, reconocí sus facciones. No puedo ni imaginarme la expresión de mi rostro, la cual hizo que todos soltaran una carcajada, incluso ella. “¿Karen?” atiné a decir. A juzgar por su apariencia, muy diferente a la que me imaginé encontrar, me pasó por la mente que el espíritu de Karen había sufrido una reencarnación.

Con cada día que pasaba, la inicial sensación de agrado y comodidad se fue tornando extraña para mí. La presencia de Karen nos hizo volver instintivamente a épocas donde no había mayores preocupaciones, donde la mayor aventura era explorar los territorios que estaban mas allá de nuestra acera, donde la compra de una bicicleta era un acontecimiento para el grupo, donde para arrastrarse de risa no bastaba mas que un simple comentario tonto.

En esos contados días, nos divertimos a lo grande. Recuerdo especialmente nuestro último playaso, cuando mis primos llevaron la guitarra y el cajón, mi hermano sacó su guitarra y nos pusimos a cantar canciones del grupo y otras que sabían mis primos, los cuales eran unos destroyers en zapateo. Te diré que con el trago amigo mío, me sentía nieto del zambo Cavero, y Karen, quien me sorprendió en aquella ocasión, me sacó a bailar, dejando sorprendidos a los presentes, entre los que obviamente me incluyo. Como tú ya sabes, la música negra es una de las debilidades de mi familia, y Karen era una compañera de baile perfecta, su ritmo, su forma de moverse, todo encajaba a la perfección. Aquella noche tuvo un aire casi mágico, como aquellas que deseas que nunca terminen y, en alusión a ella, compuse con mi hermano una de las últimas canciones del grupo: Ritmo Moreno.

Sin pensarlo y casi dejándome llevar, me fui sintiendo cada vez mas conectado con Karen. Su forma de ser era muy distinta de la niña caprichosa que había conocido. Tal como en el caso de Kike, pensé, la separación de sus padres la afectó de manera decisiva. Si bien en el caso de Kike alimentó en él el espíritu rebelde y hasta cierto punto soberbio y egocéntrico, en Karen sembró la calma y serenidad, pero también la energía y vitalidad, los cuales contrastaban con el anterior capricho y engreimiento, pues ella tenía de cierto modo que apoyar a su mamá, que tenía un carácter no tan fuerte.

Pero, siempre hay un pero, Kike seguía viendo en ella a la niña que se había ido, y a la cual había que proteger. Para él, su mejor amigo era también como el casi hermano de Karen y pues, ese tipo era yo. Me hacía sentir que ella era mi prima, mi hermana y le colocaba en la frente el parche de “intocable”, cosa que me parece una reverenda estupidez, pero que en aquel entonces me producía unos conflictos que no te imaginas.

Karen, supongo por la confianza que sentía, me daba constantes muestras de cariño. No tenía ningún reparo en abrazarme, jugar conmigo, engreírse conmigo, en fin, a veces me daba la impresión que se sentía bien a mi lado.

Tan solo bastó un instante para que aquel encuentro de verano cambiara mi vida. La noche del cumpleaños de Kike, Karen estaba preciosa. Recuerdo que estaba vestida de negro, lo cual resaltaba su porte espigado y sobrio. Parece que la noche se había esmerado en lucir sus mejores galas, pues la luna estaba llena, el cielo estrellado y sin mucho viento. La fiesta era en toda la casa y nos quedamos conversando un buen rato en la azotea. Con cada palabra me transmitía su forma de pensar, de sentir la vida y simplemente no me cansaba de escucharla. Ya entrada la noche, el cansancio se apoderó de nosotros, quedándonos sentados sobre un sofá que había en aquella azotea. Ella se recostó sobre mi hombro, y nos tapamos con mi casaca. Aquella noche sentí que Karen podría albergar el alma gemela que el destino había guardado para mí. Recuerdo que me quedé dormido deseando que algún día ella se despertara y me viera como el hombre con el que podría ser feliz.

En el último mes de sus vacaciones, ella me invitó a comer unas hamburguesas. Ya de regreso, estábamos caminando cuando me dijo: “Tengo algo que contarte”. “Yo también tengo algo que decirte” le contesté, pensando que el momento había llegado. “Así que copión, ¿no?. Entonces tu comienza”. Comenzamos a jugar uno de esos jueguillos que le gustaban. “Ah, ah. Comienza tú”. Ella inclinó su cabeza ligeramente a la derecha y dijo “Ok.” Recuerdo claramente aquellas palabras: “Mira Rubén, eres el chico mas lindo del mundo y creo que nunca me he topado con nadie como tú.” - Mientras ella me decía eso yo sólo atiné a sonreír – “realmente te haz vuelto una persona muy especial para mí. Es por eso que me atrevo a contarte algo que he mantenido en secreto.” – Ya mi corazón estaba saltando de nervios y mis oídos se empezaron a tapar – “Allá hay un chico con el que estoy desde hace un año.” – sentí que la sangre dejó de fluir y se transformó en tristeza – “En realidad no es muy simpático y a veces tenemos problemas, pero ha hecho muchas cosas por mí y por mi mamá, y eso no lo puedo olvidar.” – Ya en ese instante, hice todo lo que estuvo a mi alcance para mantenerme tranquilo y no mostrar un cambio en mi rostro. No se si lo habré logrado. “Ya antes de venir nos habíamos peleado, pero ayer me llamó y me dijo que quería arreglar las cosas”. Saqué todas las fuerzas que había dentro de mi para representar el papel del consejero. “Ojalá que todo salga bien Karen, pues realmente eres una chica especial y te mereces toda la felicidad del mundo”. Ella sonrió y me tocó suavemente la mejilla. Le rogué mentalmente que no hiciera eso. “¿Tú que me ibas a decir?” - En ese instante, era el payaso que trataba de hacer reír a su público – “Yo también he conocido una chica, pero está de viaje. Su family es del norte, pero todavía no pasa nada serio. Además imagínate lo difícil que es estar con cuatro flacas a la vez, ahora meterle una más”. La hice reír. A partir de ahí hablamos de estupidez y media, mientras rogaba que llegáramos rápido a su casa para dejarla e irme de ahí. Mientras me regresaba en la combi, estaba con el brazo derecho apoyado en el marco de la ventana y observaba los garabatos de nombres y corazones que algunos escriben en la parte posterior de los asientos. Instintivamente tuve que desviar la mirada para ver a través de la ventana, pues la humedad de mis ojos ya me dificultaba leer.

A partir de aquella noche, el payaso mi querido amigo, siguió representando su obra. Los días se pasaron lentos hasta su partida, terminando aquella tarde con las clásicas y protocolares promesas de que te llamo y que me escribes y que estamos en contacto. Me fui del aeropuerto pensando que el destino me había presentado a mi alma gemela, para llevársela de nuevo. Nunca le conté a nadie lo que significó para mí ese verano.

El tiempo se encargó de cubrir con resignación la pérdida de Karen, y pensaba que lo estaba superando, pero la noticia de que ella estaba embarazada, me destrozó el corazón, y ni siquiera pensé que en ese instante yo estaba con otra chica. Recuerdo que aquella tarde de domingo, fui a La Punta, y compuse mi última canción, “Estoy Aquí”, de la que te comparto parte de la letra.


Dónde estás,

preguntan las estrellas por las noches.

Cómo es,

preguntan quienes aún no te conocen.


Quisiera yo volar

fuera de la imaginación,

para alcanzar al fin tu corazón.

Sólo puedo cantar

regando al mar la inspiración

que haces tú crecer en mi interior.


Y estoy aquí,

esperando por ti.

Y estoy aquí,

Sólo,

sin tu calor.

Y estoy aquí,

escribiendo en sueños,

mi nombre,

en tu corazón.


Al año y medio siguiente, Kike me dijo que cayera en su casa para ver el video que había grabado su mamá de la hijita de Karen, Marcia. En un momento de la cinta, Kike se levantó para preparar más trago. En ese instante, la pequeña, la cual tenía el rostro de su madre, alzó sus deditos hacia la cámara quedando su manito a la altura de la esquina superior izquierda de la pantalla y yo, alcé mi mano y toqué el televisor, quedando nuestras manos juntas. Me imaginé jugando con ella y cogiéndola de su torso para hacerla volar. La pequeña, como si me estuviera observando, giró su cabecita suavemente a la derecha, tal como lo hacía su mamá. En silencio pensé “Hola princesa, no se porqué el destino es tan injusto. No sabes cuanto hubiera dado porque me dijeras papá”. En mi mente, viejo amigo, apareció la figura de Karen y le deseé de verdad que fuera feliz...aunque sea...sin mí.


Casi una Historia (Presentación)
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Casi una Historia - Las últimas páginas (primera parte)

Querido diario:

He tratado por todos los medios buscar hacer de esta noche, una noche diferente. Creo que te mereces el esfuerzo, pues has sido un compañero fiel a lo largo de estos años. Observo al iniciar estas líneas (te confieso que con tristeza) que me estás brindando tus últimas páginas. Por lo tanto, si me lo permites, te compartiré en ellas algunas historias que forman parte de mis recuerdos y que deseo conserves con recelo, pues deseo envolverlas en el manto del olvido. Esto no es una despedida definitiva, pues prometo mantenerte a mi lado y que seas un pasivo testigo de nuevas aventuras y pesares que, como comprenderás, iniciaré con un nuevo diario.

A veces los hombres alimentamos nuestro ego con historias sobre nuestras relaciones sentimentales y las mujeres que dejamos “prendadas” con nuestro “carisma arrollador”. Sólo Dios sabe cuánto de dichas historias es cierto y más aún, cuántas de ellas sucedieron en verdad. En lo que a mi respecta, creo que mi forma de ser dista de manera abismal de lo que un galán podría representar y sabes que siempre te he contado la verdad, pero debo confesarte que aún hay mucho que contar. Algo de lo que los hombres casi no hablamos es de aquellas búsquedas fallidas de atraer la atención de alguna chica y, dado lo reservado de nuestra amistad y la seguridad de mantenerte a buen recaudo, quiero que seas confidente de las historias que me han sucedido, no a lo largo de mi vida, pues las páginas que te quedan serían insuficientes, sino sólo a los años en era miembro del Club del que te he escrito en oportunidades anteriores. Dichas historias se remiten a aquellas damas a las que he denominado ex casi, pues a diferencia de una relación, en donde al terminar se aplica el prefijo ex, pues con ellas nunca se dio el caso de que sucediera algo.

¿Recuerdas cuando te contaba del Club? Creo que fue una de las épocas mas bonitas de mi vida. Acababa de ingresar a la Toulouse a Diseño Gráfico y desde que era chico y asistía a las vacaciones útiles del Banco había hecho un grupo de amigos cuya amistad, más gracias a su esfuerzo que al mío, había subsistido a lo largo de estos años. De ese grupo como bien sabes, resaltaba Kike, el cual se convirtió en mi mejor amigo en aquella época y, aunque era un personaje peculiar y jodido, sé que ese maldito daría su brazo derecho por mi. Como ya te conté, Kike puso un Karaoke Discoteca en el mismo Club del que fuimos padrinos toda la mancha de aquella época y que se convirtió poco a poco en nuestro refugio y centro de operaciones. Kike, conforme fuimos creciendo, fue de los patas el que tuvo mayor demanda entre las chicas. Pienso que puede haber influido en el éxito de su negocio, pues creo que era uno de los Karaokes a donde asistían las mejores flacas de la zona. El loco, como lo conocíamos cariñosamente, había establecido la tradición de reunir a la gente que le gustaba cantar y hacer una especie de velada romántica para el día de los enamorados. A él le vacilaba que yo formara parte del grupo. Siempre recuerdo su típica frase: “Puta madre Rubén, si yo cantara como tú cojudo, tendría que tener un miembro de reserva porque el que tengo me iba a quedar chico para la demanda de uso”. Ese Kike, era un loco de mierda.

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Las últimas páginas (segunda parte). >>

viernes, 28 de marzo de 2008

Casi una Historia - Prólogo

Desde hace mucho tiempo pensaba estar aquí, un lugar apacible y cálido donde olvidarme del mundo y de lo que en él ocurre. Observo por el balcón la luna llena reflejándose en el mar, ese mar que me ha escuchado tantas veces y ha cobijado mis pensamientos. Desde el piso diez del hotel se puede observar todo el balneario, con las fiestas típicas de un fin de semana. Tocan la puerta, de seguro es el servicio en la habitación con el trago que pedí. Efectivamente, no se demoraron mucho después de todo. Busco entre mis cosas el walkman, mi viejo diario y un lapicero, los compañeros que elegí para esta noche. Me invade una sensación de relax total ni bien termino de recostarme en la perezosa del balcón. Que sensación tan placentera. - Por supuesto – digo para mí, - falta algo. Apago el celular, ese aparato diabólico que perturba nuestras vidas y pone en riesgo nuestro derecho a volvernos no habidos. Enciendo el walkman y activo la radio, son casi las 11pm., hora del artista romántico de la semana. El martes escuché que para hoy estaba programado el especial de Luis Miguel. Parece que los planetas se han alineado. Esta noche promete ser como la imaginé. Abro mi diario y me ubico en la primera de las ya escasas páginas en blanco.

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domingo, 23 de marzo de 2008

En el Vuelo de las Seis

Estoy sentado aqui,
miro el boleto,
es el vuelo de las seis,
es de ida solamente
de aquí a mi nueva vida.
Muy caro me costó,
dos mil lágrimas
y mas de cien noches sin dormir.

Te pido me perdones,
pero esta vez el peso
no me deja llevarme tus recuerdos.
Tan sólo queda sitio
para un cepillo, un par de polos, un jean,
mi esencia, tres sueños
y una sonrisa.

Angel Velásquez

Vuelvo aquí

Vuelvo aquí

al lugar donde una vez te conocí

las paredes que ocultaban

una historia que en la nada

comenzó muy lentamente

a dibujar.

Que mas da

si el sendero

que ahora cruzas en tu andar

en mi ayer ya lo he cruzado

no le temas al futuro

aprende a decir nosotros

sólo extiéndeme tu mano

y estaré.

No es estrella de una noche

lo que pasa entre nosotros

no es susurro que en otoño

a veces regala el viento

sólo busca en tu sonrisa

mírame en tu corazón

sigue el rastro sin pensarlo

hasta llegar a donde nace.

Hazme parte de tu vida

y mira dentro de mi

pues en mis ojos tú sabes

que lo que tienes en tus manos

desde hace ya mucho tiempo

estaba dentro de mi.

Te he besado tantas veces

en escenas de mis sueños

que mi corazón engaña

a mi mente que no sabe

si tus labios son mi anhelo

o también son un recuerdo

de tu amor.

No le temas a arriesgarte

no pienses que es imposible

mira tú que cada día

la tarde y la mañana

a las doce en una cita

siempre se hacen el amor.

Con una pregunta tonta

te abordé yo aquella tarde

y tú con tu sonrisa

me cambiaste los esquemas

pues mi brújula hasta ahora

sabe bien de la verdad

y esté yo donde sea

por el día o por la noche

siempre apunta hacia tu estrella

siempre llega a tu mirar.

Si pudieras darte cuenta

cómo nos compenetramos

si entendieras que en tu historia

puedo ser protagonista

que te quiero como eres

que nuestra felicidad

más que ansiosa nos espera

tejiendo un gran amor

del otro lado de la nube.

No se hasta dónde llegaré

no se si es lunes o domingo

si habrá sol o lloverá

sólo se que si despierto

y a mi lado no te veo

aún no hay luz tras la cortina

aún no estoy en mi lugar.

Se del cuento la princesa

que en un beso me rescate

hazme puerto de caricias

pues atrás quedó la piel

con la que me conociste.

Ahora sólo quedo yo

un sencillo caminante

a quien puedes completar

si haces tuyo su camino.

Vuelvo aquí

al lugar donde una vez te conocí

las paredes que ocultaban

una historia que en la nada

comenzó muy lentamente

a dibujar.

Angel Velásquez

Cocktail de Corazones

Manos solas

que se buscan

zombies que caminan

buscando

encontrarse en un futuro

que al final nunca llegó.

En el frío de la noche

a nostalgia se respira.

Blancas sábanas

velos de pasión

que ante heridas

sin notarlo

sin remedio

de la nada se perdió.

Cocktail

de corazones

te acerca al paraiso

jarabe de romance

balada de ilusión.

Cocktail

de corazones

muerte en las caderas

gotas de tristeza

con sabor a decepción.

Hambre de caricias

labios perdidos

con aromas de tensión.

Guerra en contra de pasiones

cazadores de emociones

velador de decepción.

Poco a poco

entre murallas

ilusiones crecerán.

En la danza de rituales

el sonido de latidos

lentamente volverá.

A la sombra

del guerrero

sin pensar

y sin creer

sorbo de amor llegará.

Roca gris

viento nuevo

con caricias de las olas

las miradas cruzarán.

Angel Velásquez

The Silence

Silence…

huge place where many things happen

wrong road the heart choices to express

but certainly

the most chosen one

Turn to words

cross the street

make your feelings go beyond

Silence…

hidden garden for romance

prelude to the start

epilogue for the end

nest for a love

prison for a kiss.

Angel Velásquez

Desde la orilla

El horizonte…si agudizas la vista y el interior, puedes ver como el mar seduce al sol, y éste, al acercarse, va dejando sus rayos en el cielo, como prendas que están demás en este rito… el mar, en el último segundo, con una ola lo acaricia, y es así como a oscuras, sin que los veamos, ambos comienzan a hacer el amor.

Angel Velásquez