lunes, 31 de marzo de 2008

Casi una Historia - Las últimas páginas (tercera parte)

Casi una Historia (Presentación)
Las últimas páginas (primera parte)
Las últimas páginas (segunda parte).

El paradero

Por las mañanas, cuando voy a la oficina, paso con el auto por el paradero de mi casa y cuando no estoy pensando en otra cosa, manía bastante arraigada en mí por cierto, me abordan los recuerdos de aquellas mañanas que salía rumbo a mi antigua chamba y tenía que esperar el único ómnibus que me llevaba a ese recóndito lugar. Como te imaginarás, ya me conocía de memoria a la gente que esperaba su carro y buscaba desesperadamente treparse a uno de los medios de transporte público que pasaba arrogantemente casi por el centro de la pista. Cuando tenía suerte rompía la rutina encontrándome con Arturo y el chino Carlos, patas del barrio que con su apariencia de des adaptados y sus ocurrencias me alegraban las mañanas.
Creo que esa época hubiera pasado como uno más de los períodos que tenemos de relleno en nuestras vidas de no ser por lo que a continuación paso a contarte.

Una mañana, estábamos conversando amenamente en el paradero cuando de pronto sucedió algo que alteraría mis pensamientos. “Oye Rubén” – me dijo Arturo – “puta mira huevón la hembrita que está viniendo, tienes que voltear solapa nomás porque está caminando justo desde la otra cuadra”. Carlos, que también estaba enfrente de mi agregó “si brother, puta hoy debe ser veintinueve de febrero o algo así”. Cuando por fin luego de unos segundos de indecisiones logré voltear, caminando justo en línea recta hacia nosotros, venía una chica de cabello negro azabache el cual llegaba un poco más debajo de sus hombros. Era delgada, pero no mucho, un poquito más baja que yo, aunque a treinta metros no se distinguía bien. Blanca al parecer, pero a unos veinticinco metros se dio un giro (me atrevería decir hasta provocativo) regalando al viento el placer de ondear su cabello, y quedó mirando los carros que venían. La primera idea que me asaltó fue: “Qué bonita eres, si tan sólo pudiera estar cerca de ti...”, pero por lo que reflejaban los rostros lujuriosos de mis amigos y la actividad de sus glándulas salivales, creo que no compartían mis ideas. Tenía un uniforme que parecía de Banco, saco rojo, blusa blanca y falda negra, acompañadas con unas medias negras semitransparentes y unos zapatos negros de taco ligeramente alto. “Hay que acercarnos para joderla” dijo Arturo. “Déjala tranquila huevón, como si nunca hubieras visto una hembra. Voy a tener que hablar con Erika, para mí que te tiene a pan y agua compadre” le dije en tono desinteresado, imagínate. A lo lejos distinguí mi carro, así que rápidamente me despedí de ese par antes que Arturo reaccionara del golpe. Pero de la nada apareció una de las combis que iban a Miraflores, donde chambeaban los downs esos y se subieron en primera. Mentalmente me despedí de ella, mi carátula de Cosmopolitan en español tridimensional y me dispuse a extender el brazo para parar el carro. Te confieso que se me atracó la saliva cuando vi que ya sabes quién se disponía igualmente subir al ómnibus. Con paso apresurado y sin prestar la más mínima atención a tu amigo, subió al carro. Por alguna extraña razón una parte de mí no quería subir al carro, pero la parte de mí que trabajaba y tenía que ganar un sueldo me obligó a hacerlo rápidamente.

Una vez en el carro, me propuse firmemente no prestar la más mínima atención a esa chica y tomarla como uno más de los pasajeros, que entre adormitados y aburridos estaban sentados o parados en nuestro acelerado transporte. Así que avancé hasta la puerta posterior y esperé pacientemente la llegada a mi destino.
Para mi desdicha, la empresa firmó un contrato con Prisma, la casa de modas, y nos teníamos que encargar de diseñar todo el arte impreso de apoyo para su próxima campaña. Cómo te imaginarás, por la dimensión del monto Marta, mi jefa, nos hizo dedicar todo el departamento de diseño a desarrollar propuestas para el cliente. En eso me entretuve toda la bendita semana y tenía que salir todos los días a las siete de la madrugada.
Luego de esa semana de mierda, bueno, ni tan mierda porque gracias a eso me aumentaron el sueldo, pude retornar a mi habitual horario matutino. Esta vez estuve sólo (menos mal) en el paradero cuando ella apareció. Estaba como la primera vez, en su punto. Esta vez su comportamiento sufrió una pequeña variación, se acercó más. Justo a unos ocho metros de mí estaba estacionado un auto en diagonal. Ella se detuvo justo a la altura del auto y se recostó suavemente sobre él, dándome la espalda.

Un millón de ideas me comenzaron a dar vueltas en simultáneo, mientras que unos escalofríos comenzaron a recorrer mi espalda. Pero a diferencia de la otra vez, llevaba un maletín azul demasiado grande para entrar en la categoría de cartera. Al instante surgió una palabra en mi mente: “gimnasio”. Estaba de seguro en un gimnasio, ¿vendría de ahí?, ¿iría después del trabajo?. Como siempre, el ómnibus apareció y, según me daría cuenta posteriormente, ella buscaba sentarse en los primeros asientos, lo cual me hacía deducir que su destino estaba un poco lejos. Así transcurrió esa semana, sin novedad alguna. El viernes de aquella semana, luego de la chamba, me fui al Karaoke.

Kike me preparó Soundtrack, uno de sus tragos exclusivos y que en realidad sorprendía cómo una huevada que parecía que te estaba disolviendo el esófago podía saber tan rico. Con los efectos del alcohol y ya entrada la noche, cometí la torpeza de escurrir en la conversación el tema de la chica del paradero. (Continuará)

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sábado, 29 de marzo de 2008

Casi una Historia - Las últimas páginas (segunda parte)

Casi una Historia (Presentación)
Las últimas páginas (primera parte)

El verano

Ya en otras páginas te he contado compañero, las diferentes aventuras que he compartido con mis amigos del club, pero sin embargo, lo que a continuación procederé a relatarte, ocurrió aproximadamente un año antes de que te conviertas en mi diario.De todos mis amigos del barrio que después se convertirían en la mancha del Club, Kike llegó a ubicarse entre los mas entrañables y leales, pero no siempre fue así. Kike, desde chico siempre fue pues, Kike. De una u otra manera se convirtió en una especie de líder del grupo, y su casa fue por así decirlo, nuestro cuartel general cuando aún no comenzábamos a frecuentar el Club. Pero, como nada es perfecto, cuando estabamos dispuestos a pasarla excelente, venía a aguarnos el pastel Karen, su hermanita querida, una nena pequeña y regordeta, para nosotros un ente poseído por el demonio y especializado en antojarse de los mas inexplicables caprichos y de acusarnos con sus viejos cuando estábamos por jugar con algo “prohibido” por sus papás. Aquella chiquilla se convirtió en nuestra pesadilla, pero no amilanó nuestro espíritu y poco a poco encontramos la manera de sortear el obstáculo, para sintetizarlo, la enana era una ladilla.

Fue en aquella época de adolescentes en que los padres de Kike tuvieron fuertes desavenencias y se divorciaron. Kike, si bien siempre ha sido especialista en hacerse el recio e indestructible,se vio muy afectado por ese hecho. Su madre viajó a Estados Unidos, llevándose con ella a la pequeña Karen, y Kike se quedó con su padre. Fue a partir de ese momento en que las cosas comenzaron a ser diferentes.

No me extenderé mucho en las chiquilladas de aquella época, pero lo mas saltante fue la idea de formar un grupo musical, intento que se vio truncado por la falta de apoyo de nuestros padres, pues cuando nos comenzaron a pasar la voz para cachuelear, teníamos que llegar a casa de madrugada. Los viejos de todos, que por cierto eran amigos que se veían hasta en la chamba, por lo del Banco, formaron una coalición que destruyó nuestros melódicos sueños. Pero, al inicio, y con todo el entusiasmo juvenil, nos reuníamos a ensayar en la casa de Alberto, el baterista. Era un vacilón ver a su vieja cocinando con orejeras pues no soportaba la bulla. Poco a poco fuimos agarrando cancha y compusimos varios temas, entre ellos Una Aventura en Lima, La Academia, Perdóname Amor, Que hacer el Domingo, entre otros. A mi me tocaba la parte de la voz, mi hermano tocaba la guitarra, y las chicas, entre ellas Maria Isabel, se encargaban de los coros. Aprovechábamos las vacaciones del colegio para ensayar más y como muchos adolescentes, hacíamos planes para cuando estuviéramos en la cima. Cuando terminamos el colegio acordamos seguir ensayando en las vacaciones de las universidades e institutos de cada uno, prometiendo a nuestros padres que sólo era como entretenimiento y que descuidaríamos de ninguna manera los estudios. Para mi, ese verano representaría mucho mas que un periodo de descanso.

Recuerdo que en Diciembre, Kike me comentó al vuelo que Karen venía a pasar las vacaciones de verano a Lima. En aquel instante sólo le dije “Oh, oh. ladilla a la vista”. Pero sin embargo Kike, como buen hermano (en el fondo Kike era recontra blando) organizó un paseo a Ica, donde yo tengo unos tíos por parte de madre en Chincha. Ya había caído con la gente por allá, así que mis tíos conocían a todos muy bien. El viaje comenzaba el cinco de enero, fecha de la llegada de Karen y estar una semana. El plan era reunirse en la casa de Kike e irse para Chincha. Pero, como tu amigo Rubén tiene una suerte que para qué te cuento, en diciembre tuve un accidente y me tuvieron que enyesar la pierna, impidiendo que estuviera en el punto de encuentro el cinco. Si embargo, como el yeso me lo quitaban el siete, le dije a Kike que los alcanzaba allá (claro, después de la correspondiente sesión rogatoria en casa).

Tal y como lo había previsto, el ocho me encontraba viajando a Chincha, con la correspondiente maleta de encargos para mis tíos, la cual pesaba mas que mi mochila de viaje. Aparentemente, mis padres se estaban mudando de a pocos a casa de mis tíos.

Ni bien llegué, procedí a caer en casa de mi familia. Mi tío José ya estaba en la puerta acompañado de Apolo, un perrito muy cariñoso que rápidamente corrió hacia mi al reconocerme. Luego de los respectivos abrazos de bienvenida y de cambiarme de ropa, procedí a dar el alcance a mis amigos, que según mis tíos, estaban en la playa. Tomé un colectivo y avancé entusiasmado a su encuentro, pensando como vacilar a la gorda Karen.

Al llegar a la playa, la cual estaba premiada con un sol radiante, lo primero que hice fue buscar la clásica carpa verde con amarillo de María Isabel y la sombrilla blanco con azul que había llevado mi hermano.

No tardé mucho en ubicarlos, y conforme me fui acercando comencé a reconocer a la gente. Lo que me ayudó también, fue la kilométrica melena de Alberto, nuestro baterista, a quien también conocíamos como Dr. Power. Ahí estaba toda la gente, pero no lograba ubicar a la gordita Karen. De pronto, las olas de mar dejaron de hacer ruido, y mi piel dejo de sentir la brisa. Mientras caminaba al encuentro del grupo y veía las manos de la gente moviéndose para saludarme, observé a una chica de cabello negro azabache, piel canela y un polito negro sin mangas y con el abdomen descubierto, junto con unos pantalones cortos de jean. Se quedó estática, observándome. Giró su cabeza ligeramente a la derecha y levantó sus lentes de sol, dejando al descubierto sus grandes ojos. Entrecerró los ojos para agudizar la vista y de pronto su rostro se iluminó con una sonrisa. Corrió junto con los demás a mi encuentro. Me sorprendió debo confesarte, pues hasta ese momento pensé que era amiga de uno de los muchachos. Me sacó de cuadro escuchar su voz con un tono alegre mientras avanzaba alzando su mano: “Hey Rubén, Rubén!”, con un tono tan familiar. Cuando estábamos frente a frente, mientras recibía el abrazo de la gente, me dijo: “Seguro que no sabes quién soy, ¿no?”. Ya a esa distancia, reconocí sus facciones. No puedo ni imaginarme la expresión de mi rostro, la cual hizo que todos soltaran una carcajada, incluso ella. “¿Karen?” atiné a decir. A juzgar por su apariencia, muy diferente a la que me imaginé encontrar, me pasó por la mente que el espíritu de Karen había sufrido una reencarnación.

Con cada día que pasaba, la inicial sensación de agrado y comodidad se fue tornando extraña para mí. La presencia de Karen nos hizo volver instintivamente a épocas donde no había mayores preocupaciones, donde la mayor aventura era explorar los territorios que estaban mas allá de nuestra acera, donde la compra de una bicicleta era un acontecimiento para el grupo, donde para arrastrarse de risa no bastaba mas que un simple comentario tonto.

En esos contados días, nos divertimos a lo grande. Recuerdo especialmente nuestro último playaso, cuando mis primos llevaron la guitarra y el cajón, mi hermano sacó su guitarra y nos pusimos a cantar canciones del grupo y otras que sabían mis primos, los cuales eran unos destroyers en zapateo. Te diré que con el trago amigo mío, me sentía nieto del zambo Cavero, y Karen, quien me sorprendió en aquella ocasión, me sacó a bailar, dejando sorprendidos a los presentes, entre los que obviamente me incluyo. Como tú ya sabes, la música negra es una de las debilidades de mi familia, y Karen era una compañera de baile perfecta, su ritmo, su forma de moverse, todo encajaba a la perfección. Aquella noche tuvo un aire casi mágico, como aquellas que deseas que nunca terminen y, en alusión a ella, compuse con mi hermano una de las últimas canciones del grupo: Ritmo Moreno.

Sin pensarlo y casi dejándome llevar, me fui sintiendo cada vez mas conectado con Karen. Su forma de ser era muy distinta de la niña caprichosa que había conocido. Tal como en el caso de Kike, pensé, la separación de sus padres la afectó de manera decisiva. Si bien en el caso de Kike alimentó en él el espíritu rebelde y hasta cierto punto soberbio y egocéntrico, en Karen sembró la calma y serenidad, pero también la energía y vitalidad, los cuales contrastaban con el anterior capricho y engreimiento, pues ella tenía de cierto modo que apoyar a su mamá, que tenía un carácter no tan fuerte.

Pero, siempre hay un pero, Kike seguía viendo en ella a la niña que se había ido, y a la cual había que proteger. Para él, su mejor amigo era también como el casi hermano de Karen y pues, ese tipo era yo. Me hacía sentir que ella era mi prima, mi hermana y le colocaba en la frente el parche de “intocable”, cosa que me parece una reverenda estupidez, pero que en aquel entonces me producía unos conflictos que no te imaginas.

Karen, supongo por la confianza que sentía, me daba constantes muestras de cariño. No tenía ningún reparo en abrazarme, jugar conmigo, engreírse conmigo, en fin, a veces me daba la impresión que se sentía bien a mi lado.

Tan solo bastó un instante para que aquel encuentro de verano cambiara mi vida. La noche del cumpleaños de Kike, Karen estaba preciosa. Recuerdo que estaba vestida de negro, lo cual resaltaba su porte espigado y sobrio. Parece que la noche se había esmerado en lucir sus mejores galas, pues la luna estaba llena, el cielo estrellado y sin mucho viento. La fiesta era en toda la casa y nos quedamos conversando un buen rato en la azotea. Con cada palabra me transmitía su forma de pensar, de sentir la vida y simplemente no me cansaba de escucharla. Ya entrada la noche, el cansancio se apoderó de nosotros, quedándonos sentados sobre un sofá que había en aquella azotea. Ella se recostó sobre mi hombro, y nos tapamos con mi casaca. Aquella noche sentí que Karen podría albergar el alma gemela que el destino había guardado para mí. Recuerdo que me quedé dormido deseando que algún día ella se despertara y me viera como el hombre con el que podría ser feliz.

En el último mes de sus vacaciones, ella me invitó a comer unas hamburguesas. Ya de regreso, estábamos caminando cuando me dijo: “Tengo algo que contarte”. “Yo también tengo algo que decirte” le contesté, pensando que el momento había llegado. “Así que copión, ¿no?. Entonces tu comienza”. Comenzamos a jugar uno de esos jueguillos que le gustaban. “Ah, ah. Comienza tú”. Ella inclinó su cabeza ligeramente a la derecha y dijo “Ok.” Recuerdo claramente aquellas palabras: “Mira Rubén, eres el chico mas lindo del mundo y creo que nunca me he topado con nadie como tú.” - Mientras ella me decía eso yo sólo atiné a sonreír – “realmente te haz vuelto una persona muy especial para mí. Es por eso que me atrevo a contarte algo que he mantenido en secreto.” – Ya mi corazón estaba saltando de nervios y mis oídos se empezaron a tapar – “Allá hay un chico con el que estoy desde hace un año.” – sentí que la sangre dejó de fluir y se transformó en tristeza – “En realidad no es muy simpático y a veces tenemos problemas, pero ha hecho muchas cosas por mí y por mi mamá, y eso no lo puedo olvidar.” – Ya en ese instante, hice todo lo que estuvo a mi alcance para mantenerme tranquilo y no mostrar un cambio en mi rostro. No se si lo habré logrado. “Ya antes de venir nos habíamos peleado, pero ayer me llamó y me dijo que quería arreglar las cosas”. Saqué todas las fuerzas que había dentro de mi para representar el papel del consejero. “Ojalá que todo salga bien Karen, pues realmente eres una chica especial y te mereces toda la felicidad del mundo”. Ella sonrió y me tocó suavemente la mejilla. Le rogué mentalmente que no hiciera eso. “¿Tú que me ibas a decir?” - En ese instante, era el payaso que trataba de hacer reír a su público – “Yo también he conocido una chica, pero está de viaje. Su family es del norte, pero todavía no pasa nada serio. Además imagínate lo difícil que es estar con cuatro flacas a la vez, ahora meterle una más”. La hice reír. A partir de ahí hablamos de estupidez y media, mientras rogaba que llegáramos rápido a su casa para dejarla e irme de ahí. Mientras me regresaba en la combi, estaba con el brazo derecho apoyado en el marco de la ventana y observaba los garabatos de nombres y corazones que algunos escriben en la parte posterior de los asientos. Instintivamente tuve que desviar la mirada para ver a través de la ventana, pues la humedad de mis ojos ya me dificultaba leer.

A partir de aquella noche, el payaso mi querido amigo, siguió representando su obra. Los días se pasaron lentos hasta su partida, terminando aquella tarde con las clásicas y protocolares promesas de que te llamo y que me escribes y que estamos en contacto. Me fui del aeropuerto pensando que el destino me había presentado a mi alma gemela, para llevársela de nuevo. Nunca le conté a nadie lo que significó para mí ese verano.

El tiempo se encargó de cubrir con resignación la pérdida de Karen, y pensaba que lo estaba superando, pero la noticia de que ella estaba embarazada, me destrozó el corazón, y ni siquiera pensé que en ese instante yo estaba con otra chica. Recuerdo que aquella tarde de domingo, fui a La Punta, y compuse mi última canción, “Estoy Aquí”, de la que te comparto parte de la letra.


Dónde estás,

preguntan las estrellas por las noches.

Cómo es,

preguntan quienes aún no te conocen.


Quisiera yo volar

fuera de la imaginación,

para alcanzar al fin tu corazón.

Sólo puedo cantar

regando al mar la inspiración

que haces tú crecer en mi interior.


Y estoy aquí,

esperando por ti.

Y estoy aquí,

Sólo,

sin tu calor.

Y estoy aquí,

escribiendo en sueños,

mi nombre,

en tu corazón.


Al año y medio siguiente, Kike me dijo que cayera en su casa para ver el video que había grabado su mamá de la hijita de Karen, Marcia. En un momento de la cinta, Kike se levantó para preparar más trago. En ese instante, la pequeña, la cual tenía el rostro de su madre, alzó sus deditos hacia la cámara quedando su manito a la altura de la esquina superior izquierda de la pantalla y yo, alcé mi mano y toqué el televisor, quedando nuestras manos juntas. Me imaginé jugando con ella y cogiéndola de su torso para hacerla volar. La pequeña, como si me estuviera observando, giró su cabecita suavemente a la derecha, tal como lo hacía su mamá. En silencio pensé “Hola princesa, no se porqué el destino es tan injusto. No sabes cuanto hubiera dado porque me dijeras papá”. En mi mente, viejo amigo, apareció la figura de Karen y le deseé de verdad que fuera feliz...aunque sea...sin mí.


Casi una Historia (Presentación)
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Casi una Historia - Las últimas páginas (primera parte)

Querido diario:

He tratado por todos los medios buscar hacer de esta noche, una noche diferente. Creo que te mereces el esfuerzo, pues has sido un compañero fiel a lo largo de estos años. Observo al iniciar estas líneas (te confieso que con tristeza) que me estás brindando tus últimas páginas. Por lo tanto, si me lo permites, te compartiré en ellas algunas historias que forman parte de mis recuerdos y que deseo conserves con recelo, pues deseo envolverlas en el manto del olvido. Esto no es una despedida definitiva, pues prometo mantenerte a mi lado y que seas un pasivo testigo de nuevas aventuras y pesares que, como comprenderás, iniciaré con un nuevo diario.

A veces los hombres alimentamos nuestro ego con historias sobre nuestras relaciones sentimentales y las mujeres que dejamos “prendadas” con nuestro “carisma arrollador”. Sólo Dios sabe cuánto de dichas historias es cierto y más aún, cuántas de ellas sucedieron en verdad. En lo que a mi respecta, creo que mi forma de ser dista de manera abismal de lo que un galán podría representar y sabes que siempre te he contado la verdad, pero debo confesarte que aún hay mucho que contar. Algo de lo que los hombres casi no hablamos es de aquellas búsquedas fallidas de atraer la atención de alguna chica y, dado lo reservado de nuestra amistad y la seguridad de mantenerte a buen recaudo, quiero que seas confidente de las historias que me han sucedido, no a lo largo de mi vida, pues las páginas que te quedan serían insuficientes, sino sólo a los años en era miembro del Club del que te he escrito en oportunidades anteriores. Dichas historias se remiten a aquellas damas a las que he denominado ex casi, pues a diferencia de una relación, en donde al terminar se aplica el prefijo ex, pues con ellas nunca se dio el caso de que sucediera algo.

¿Recuerdas cuando te contaba del Club? Creo que fue una de las épocas mas bonitas de mi vida. Acababa de ingresar a la Toulouse a Diseño Gráfico y desde que era chico y asistía a las vacaciones útiles del Banco había hecho un grupo de amigos cuya amistad, más gracias a su esfuerzo que al mío, había subsistido a lo largo de estos años. De ese grupo como bien sabes, resaltaba Kike, el cual se convirtió en mi mejor amigo en aquella época y, aunque era un personaje peculiar y jodido, sé que ese maldito daría su brazo derecho por mi. Como ya te conté, Kike puso un Karaoke Discoteca en el mismo Club del que fuimos padrinos toda la mancha de aquella época y que se convirtió poco a poco en nuestro refugio y centro de operaciones. Kike, conforme fuimos creciendo, fue de los patas el que tuvo mayor demanda entre las chicas. Pienso que puede haber influido en el éxito de su negocio, pues creo que era uno de los Karaokes a donde asistían las mejores flacas de la zona. El loco, como lo conocíamos cariñosamente, había establecido la tradición de reunir a la gente que le gustaba cantar y hacer una especie de velada romántica para el día de los enamorados. A él le vacilaba que yo formara parte del grupo. Siempre recuerdo su típica frase: “Puta madre Rubén, si yo cantara como tú cojudo, tendría que tener un miembro de reserva porque el que tengo me iba a quedar chico para la demanda de uso”. Ese Kike, era un loco de mierda.

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viernes, 28 de marzo de 2008

Casi una Historia - Prólogo

Desde hace mucho tiempo pensaba estar aquí, un lugar apacible y cálido donde olvidarme del mundo y de lo que en él ocurre. Observo por el balcón la luna llena reflejándose en el mar, ese mar que me ha escuchado tantas veces y ha cobijado mis pensamientos. Desde el piso diez del hotel se puede observar todo el balneario, con las fiestas típicas de un fin de semana. Tocan la puerta, de seguro es el servicio en la habitación con el trago que pedí. Efectivamente, no se demoraron mucho después de todo. Busco entre mis cosas el walkman, mi viejo diario y un lapicero, los compañeros que elegí para esta noche. Me invade una sensación de relax total ni bien termino de recostarme en la perezosa del balcón. Que sensación tan placentera. - Por supuesto – digo para mí, - falta algo. Apago el celular, ese aparato diabólico que perturba nuestras vidas y pone en riesgo nuestro derecho a volvernos no habidos. Enciendo el walkman y activo la radio, son casi las 11pm., hora del artista romántico de la semana. El martes escuché que para hoy estaba programado el especial de Luis Miguel. Parece que los planetas se han alineado. Esta noche promete ser como la imaginé. Abro mi diario y me ubico en la primera de las ya escasas páginas en blanco.

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domingo, 23 de marzo de 2008

En el Vuelo de las Seis

Estoy sentado aqui,
miro el boleto,
es el vuelo de las seis,
es de ida solamente
de aquí a mi nueva vida.
Muy caro me costó,
dos mil lágrimas
y mas de cien noches sin dormir.

Te pido me perdones,
pero esta vez el peso
no me deja llevarme tus recuerdos.
Tan sólo queda sitio
para un cepillo, un par de polos, un jean,
mi esencia, tres sueños
y una sonrisa.

Angel Velásquez

Vuelvo aquí

Vuelvo aquí

al lugar donde una vez te conocí

las paredes que ocultaban

una historia que en la nada

comenzó muy lentamente

a dibujar.

Que mas da

si el sendero

que ahora cruzas en tu andar

en mi ayer ya lo he cruzado

no le temas al futuro

aprende a decir nosotros

sólo extiéndeme tu mano

y estaré.

No es estrella de una noche

lo que pasa entre nosotros

no es susurro que en otoño

a veces regala el viento

sólo busca en tu sonrisa

mírame en tu corazón

sigue el rastro sin pensarlo

hasta llegar a donde nace.

Hazme parte de tu vida

y mira dentro de mi

pues en mis ojos tú sabes

que lo que tienes en tus manos

desde hace ya mucho tiempo

estaba dentro de mi.

Te he besado tantas veces

en escenas de mis sueños

que mi corazón engaña

a mi mente que no sabe

si tus labios son mi anhelo

o también son un recuerdo

de tu amor.

No le temas a arriesgarte

no pienses que es imposible

mira tú que cada día

la tarde y la mañana

a las doce en una cita

siempre se hacen el amor.

Con una pregunta tonta

te abordé yo aquella tarde

y tú con tu sonrisa

me cambiaste los esquemas

pues mi brújula hasta ahora

sabe bien de la verdad

y esté yo donde sea

por el día o por la noche

siempre apunta hacia tu estrella

siempre llega a tu mirar.

Si pudieras darte cuenta

cómo nos compenetramos

si entendieras que en tu historia

puedo ser protagonista

que te quiero como eres

que nuestra felicidad

más que ansiosa nos espera

tejiendo un gran amor

del otro lado de la nube.

No se hasta dónde llegaré

no se si es lunes o domingo

si habrá sol o lloverá

sólo se que si despierto

y a mi lado no te veo

aún no hay luz tras la cortina

aún no estoy en mi lugar.

Se del cuento la princesa

que en un beso me rescate

hazme puerto de caricias

pues atrás quedó la piel

con la que me conociste.

Ahora sólo quedo yo

un sencillo caminante

a quien puedes completar

si haces tuyo su camino.

Vuelvo aquí

al lugar donde una vez te conocí

las paredes que ocultaban

una historia que en la nada

comenzó muy lentamente

a dibujar.

Angel Velásquez

Cocktail de Corazones

Manos solas

que se buscan

zombies que caminan

buscando

encontrarse en un futuro

que al final nunca llegó.

En el frío de la noche

a nostalgia se respira.

Blancas sábanas

velos de pasión

que ante heridas

sin notarlo

sin remedio

de la nada se perdió.

Cocktail

de corazones

te acerca al paraiso

jarabe de romance

balada de ilusión.

Cocktail

de corazones

muerte en las caderas

gotas de tristeza

con sabor a decepción.

Hambre de caricias

labios perdidos

con aromas de tensión.

Guerra en contra de pasiones

cazadores de emociones

velador de decepción.

Poco a poco

entre murallas

ilusiones crecerán.

En la danza de rituales

el sonido de latidos

lentamente volverá.

A la sombra

del guerrero

sin pensar

y sin creer

sorbo de amor llegará.

Roca gris

viento nuevo

con caricias de las olas

las miradas cruzarán.

Angel Velásquez

The Silence

Silence…

huge place where many things happen

wrong road the heart choices to express

but certainly

the most chosen one

Turn to words

cross the street

make your feelings go beyond

Silence…

hidden garden for romance

prelude to the start

epilogue for the end

nest for a love

prison for a kiss.

Angel Velásquez

Desde la orilla

El horizonte…si agudizas la vista y el interior, puedes ver como el mar seduce al sol, y éste, al acercarse, va dejando sus rayos en el cielo, como prendas que están demás en este rito… el mar, en el último segundo, con una ola lo acaricia, y es así como a oscuras, sin que los veamos, ambos comienzan a hacer el amor.

Angel Velásquez