sábado, 29 de marzo de 2008

Casi una Historia - Las últimas páginas (primera parte)

Querido diario:

He tratado por todos los medios buscar hacer de esta noche, una noche diferente. Creo que te mereces el esfuerzo, pues has sido un compañero fiel a lo largo de estos años. Observo al iniciar estas líneas (te confieso que con tristeza) que me estás brindando tus últimas páginas. Por lo tanto, si me lo permites, te compartiré en ellas algunas historias que forman parte de mis recuerdos y que deseo conserves con recelo, pues deseo envolverlas en el manto del olvido. Esto no es una despedida definitiva, pues prometo mantenerte a mi lado y que seas un pasivo testigo de nuevas aventuras y pesares que, como comprenderás, iniciaré con un nuevo diario.

A veces los hombres alimentamos nuestro ego con historias sobre nuestras relaciones sentimentales y las mujeres que dejamos “prendadas” con nuestro “carisma arrollador”. Sólo Dios sabe cuánto de dichas historias es cierto y más aún, cuántas de ellas sucedieron en verdad. En lo que a mi respecta, creo que mi forma de ser dista de manera abismal de lo que un galán podría representar y sabes que siempre te he contado la verdad, pero debo confesarte que aún hay mucho que contar. Algo de lo que los hombres casi no hablamos es de aquellas búsquedas fallidas de atraer la atención de alguna chica y, dado lo reservado de nuestra amistad y la seguridad de mantenerte a buen recaudo, quiero que seas confidente de las historias que me han sucedido, no a lo largo de mi vida, pues las páginas que te quedan serían insuficientes, sino sólo a los años en era miembro del Club del que te he escrito en oportunidades anteriores. Dichas historias se remiten a aquellas damas a las que he denominado ex casi, pues a diferencia de una relación, en donde al terminar se aplica el prefijo ex, pues con ellas nunca se dio el caso de que sucediera algo.

¿Recuerdas cuando te contaba del Club? Creo que fue una de las épocas mas bonitas de mi vida. Acababa de ingresar a la Toulouse a Diseño Gráfico y desde que era chico y asistía a las vacaciones útiles del Banco había hecho un grupo de amigos cuya amistad, más gracias a su esfuerzo que al mío, había subsistido a lo largo de estos años. De ese grupo como bien sabes, resaltaba Kike, el cual se convirtió en mi mejor amigo en aquella época y, aunque era un personaje peculiar y jodido, sé que ese maldito daría su brazo derecho por mi. Como ya te conté, Kike puso un Karaoke Discoteca en el mismo Club del que fuimos padrinos toda la mancha de aquella época y que se convirtió poco a poco en nuestro refugio y centro de operaciones. Kike, conforme fuimos creciendo, fue de los patas el que tuvo mayor demanda entre las chicas. Pienso que puede haber influido en el éxito de su negocio, pues creo que era uno de los Karaokes a donde asistían las mejores flacas de la zona. El loco, como lo conocíamos cariñosamente, había establecido la tradición de reunir a la gente que le gustaba cantar y hacer una especie de velada romántica para el día de los enamorados. A él le vacilaba que yo formara parte del grupo. Siempre recuerdo su típica frase: “Puta madre Rubén, si yo cantara como tú cojudo, tendría que tener un miembro de reserva porque el que tengo me iba a quedar chico para la demanda de uso”. Ese Kike, era un loco de mierda.

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