viernes, 20 de junio de 2008

Casi una Historia - Presentación

Hola a todos.

En esta sección les iré compartiendo periódicamente, partes de la novela que escribiera allá entre abril y diciembre del año 2001, a la cual titulé "Casi una Historia". Realmente surgió sin esfuerzo, más como un medio de liberar tensiones en aquellos días en que me quedaba hasta tarde en la oficina. Sinceramente espero que llegue a capturar su atención.

Esta versión publicada en el blog es un tanto diferente de la original. Cuando concebí la novela, quería crear un concepto distinto. Pensé ¿qué pasaría si mientras el lector sigue la historia en la columna derecha, a la par observa en la columna izquierda la letra de las canciones que está escuchando quien escribe el diario? Era una especie de sincronizar tu mente con quien escribía el diario (En aquellas partes de la historia donde el personaje escribe en su diario mientras está escuchando un programa especial en la radio). Es así como me puse a recolectar las letras de las canciones del supuesto "especial de radio" y comencé a escucharlas y colocar los espacios de línea de tal forma que las líneas de las letras aparecieran en el momento en que se escuchan en la canción. Si un día lo publico, entenderán mejor a qué me refiero, pero quedó bacán. Al menos quienes la han leído en ese formato se han quedado gratamente impresionados.

Como preámbulo a este relato, los dejo con la frase que aparece en la primera página después de la carátula:

En el rompecabezas del destino, todas las piezas tenemos un lugar.
Pero... ¿cuál?


Contenido

Casi una Historia - Las últimas páginas (quinta parte)

Casi una Historia (Presentación).
Las últimas páginas (primera parte).
Las últimas páginas (segunda parte).
Las últimas páginas (tercera parte).
Las últimas páginas (cuarta parte).

El paradero (continuación)

Abrí mi mochila, saqué un cuaderno y mi lapicero y decidí escribir: “Por favor, no rompas esto sin antes leerlo.” - comencé escribiendo - “Si te sientes sorprendida por recibir esta nota, te puedo asegurar que yo estoy más sorprendido por haberla escrito. Muchas veces he estado cerca de ti, y en verdad más de una vez me he visto tentado a hablarte, pero te soy sincero, me venció la timidez y el temor a estropearlo todo con una torpeza. Mi nombre es Rubén Salazar y me agradaría mucho que nos conociéramos mejor y me dieras la oportunidad de mostrarte que el tomar atención a esta nota no fue en vano. Te agradezco mucho el haber llegado hasta esta parte de lo que te he escrito y te pido disculpas por la forma tan torpe en que estoy seguro ha venido a parar a tus manos. Si me lo permites, te adjunto mi correo por si quieres hablar conmigo.

Que tengas un lindo día,

Rubén

Rubensalazar@hotmail.com”.

Cuando terminé de escribirlo, decidí no revisarlo y dejar que fuera lo que el destino decidiera. Retiré la hoja del cuaderno suavemente para no estropearla y la doble en cuatro. Cerré mi mochila y observé que nos encontrábamos a pocas cuadras de mi paradero final. Tomé aire nuevamente y voltee a verla. Estaba ahora observando a la calle a través de la ventana. Le pasé la voz tocando su brazo y ella volteó. Por primera vez observé su ojos mirándome fijamente a tan poca distancia. Eran pardos, grandes y con pestañas largas, que encajaban muy bien con su nariz pequeña y respingada. “¿Si?” dijo ella en tono serio y defensivo, “Disculpa, esto es para ti”, le contesté, alzando mi mano un poco y ofreciéndole la nota”. Ella sin mover un centímetro de su cuerpo, bajo sus ojos para observar la nota y volvió a posarlos sobre mí, “no, de ninguna manera” – dijo en tono entre serio y burlón – “Por favor” – le insistí con suavidad – “no, te haz equivocado”. Y volvió a mirar por la ventana como si nada hubiera pasado, dejándome con la nota en la mano, y sintiendo elpeso de las miradas curiosas y perplejas algunos de los pasajeros alrededor que habían estado pendientes de la escena. “En ese caso, discúlpame por molestarte” le dije, sin lograr que ella volteara. Guardé la nota y me puse de pie para bajar en mi destino. Francamente, me sentía bastante abatido. El día me pareció largo y por demás aburrido. Antes de salir de la oficina, rompí en mil pedazos la nota, intentando aplacar en algo la tristeza, pero fue inútil. Por la noche, ya en el Karaoke, hablé con María Isabel, enamorada de Jaime y como bien sabes, una de mis mejores amigas y le conté lo sucedido. “Hay amiguito, ya no estés así,” – me dijo – “tú no sabías nada de ella, de repente está casada, con enamorado o ...” – cambió un poco la expresión de su rostro “es lesbiana” – como siempre, María Isabel logró hacerme reír. Cuando le conté a Kike mi desafortunada historia, estaba preparado para alguna burla o frase como “Ay Rubén, no aprendes” o algo así. Sin embargo, lo que me dijo me desconcertó: “Puta Rubén, acercarte a un a chica que no conoces, pasarle la voz y decirle esto es para ti. Francamente tienes huevos tigre, de verdad. Yo ni cagando me atrevía a hacer eso, ni cagando”. Viniendo de Kike, no se si fue bueno o malo, pero me hizo sentir mejor.

La siguiente semana decidí evitar coincidir con ella en el paradero, salía más temprano o más tarde, aunque a veces la encontraba. Ahora cuando me veía ya no se acercaba y por el contrario buscaba subir apresuradamente al ómnibus, y yo, pues simplemente lo dejaba pasar para tomar el siguiente, o tomar un taxi para ir al trabajo. Así continuó hasta el final de la semana. Pero el viernes, sucedió algo extraño. Coincidí en el paradero con Arturo y Carlos y conversamos un rato hasta que vino su micro. Sin embargo mientras habíamos estado conversando, observé que ella llegaba, pero esta vez era yo el que estaba frente a ella, pues ellos le daban la espalda. Según ella, disimuladamente se iba acercando y de rato en rato volteaba para ver si venía el carro. Esta vez, estaba toda de rojo y con unos zapatos de tacón alto que le quedaban excelente y el conjunto algo ceñido la hacía verse de una manera... Cuando me quedé solo, y ella, supongo se dio cuenta de ello, comenzó a acercarse un poco más, tanto que estuvimos a tres metros de distancia, ella a mi izquierda, ambos mirando hacia la dirección en que venía el carro. Ya era un poco tarde francamente y el carro no venía. En silencio le dije “¿porqué lo haces? ¿es que me quieres probar que no me temes o algo así? Yo era el único que se quería acercar a la legal, y me trataste como una mierda. Estuve tantas veces cerca de ti y te podría haber jodido, y tú lo sabes”. Voltee a mirarla y como siempre su rostro permanecía frío e inmutable. Paré un taxi y me subí, ni siquiera le pregunté cuánto me cobrara, solo le dije a donde quería ir, me subí y me fui. Decidí que ese era el punto final a aquella aventura o mejor dicho desventura. Mientras viajaba observaba la calle y simplemente deseé con fuerza que apareciera alguien que me quitara ese sabor amargo. Pronto sucedería algo que me haría pensar que mi deseo se cumpliría (Continuará).

Las últimas páginas (sexta parte) >>.


lunes, 2 de junio de 2008

Agua

Por más que navegaba

tratando de que vieras

mas allá de las palabras

tú sólo te negabas

y seguías lapidando

los mas puros sentimientos

con barreras adornadas,

con una triste realidad,

con lo mas simple para ti.


No nació ésto solamente

para que vieras algo bello

no eran canciones

ni poemas

que recorrían la noche

avanzando entre la niebla

sólo siendo arte.

Al igual que el sentimiento

surgieron para alcanzarte,

para iluminar tu corazón

volviendo del sueño

desde el tiempo

abriéndose paso

en la distancia.


No palpaste

con tu amor

que se refugia en tu belleza

ni una parte de mi

no probaste con tu alma

el sabor de nuestra historia

y te llegó el anochecer

en ver lo que pudo ser desde la orilla.

Miraste al cielo y viste nubes,

miraste al mar y viste olas,

me miraste a mi,

sonreiste,

pero al final,

no viste nada.


Si no quieres complicarte,

si no soy para tu vida,

si no llegó el mensaje,

a tu mas puro interior,

no seré protagonista

ni tampoco espectador.

El mar no sale en partes,

se recibe por completo,

una parte ya no es mar,

una parte ya no es ola,

una parte, sólo una,

termina siendo agua,

que sólo se pierde en tus manos.


Ahora, mirando tu foto en la estación,

compré un boleto de regreso

pues debo volver al punto

donde las horas de un día

no eran más que sólo tiempo.